Marichuy en la previsión
del EZLN
Octavio Rodríguez Araujo
Me desayuné el primero de
enero con una noticia publicada en Reforma: Prevé EZLN que Marichuy
no alcance firmas. Al día siguiente leí el comunicado completo del
subcomandante insurgente Moisés en la liga de La Jornada del 2 de
enero y ahí se dijo que la gente debe organizarse para que pueda dar
su gira en el país la compañera Marichuy y su Concejo Indígena de
Gobierno, aunque no alcance las firmas para ser candidata. Esta
aceptación no fue prevista antes, ya que se buscaron firmas, se
quejaron de las fallas técnicas para registrarlas en teléfonos
celulares (porque tenían que ser nuevos o porque no había señal),
apelaron a que fueran aceptadas en papel, se formaron comités en
diversos lugares con otras organizaciones no indígenas para
conseguirlas, etcétera. Es decir, se movieron para obtenerlas y,
como era de preverse, llevan muy pocas y no lograrán cumplir con el
requisito. Es más, se señaló que quienes idearon las reglas de
juego para la inscripción de los independientes eran discriminadores
y hasta racistas, pero aun así se lanzaron al ruedo conociendo
cuáles eran esas reglas. O se equivocaron en sus cálculos o les
sobró optimismo pensando que lograrían las firmas para registrar a
Marichuy.
Si quienes tienen recursos
hasta para prestar no han logrado todavía cumplir los requisitos
para ser candidatos independientes, ¿cómo se les ocurrió que
Marichuy, con escasísimos recursos, podría cumplirlos y, además,
en por lo menos 17 entidades de la Federación? Un gran error de
cálculo y un desconocimiento absoluto de la realidad del país, de
su distribución demográfica y de la cultura política dominante en
la mayoría de la población.
Que lo hicieron para
visibilizar a los olvidados de siempre, los indígenas del país, muy
bien; pero tampoco lo han logrado, desgraciadamente, salvo para ellos
mismos o entre ellos mismos y para quienes los han apoyado en sus
luchas de siempre, hagan lo que hagan, bien, mal o regular. No
conozco las cifras de la gente reunida en diferentes escenarios para
apoyar la recolección de firmas en favor de Marichuy, aunque sí los
resultados de dicho esfuerzo: al primero de enero Marichuy llevaba
128 mil 432 firmas y le faltaban 738 mil 161 (El Universal,
02/01/18). De La Otra Campaña, empero, sí supimos (gracias a la
información de Hermann Belinghausen) las cifras de cada mitin del
Delegado Zero (sic) y, por lo mismo, que su campaña no electoralista
fracasaría –como en realidad ocurrió.
Debe quedar muy claro a mis
lectores que no me alegra el previsible fracaso del EZLN-CNI y de su
aspirante a candidata independiente. Más bien lo lamento, pues como
están las cosas y las candidaturas partidarias (en realidad de
coaliciones de partidos), una opción anticapitalista, de ser
competitiva y con posibilidades de triunfo (que no es el caso), me
daría ánimos para votar el próximo julio. Pero el tema no es cómo
está mi ánimo a principios de este nuevo año en relación con las
opciones electorales que se nos presentan, sino la impericia de
quienes fueron un referente mundial hace 19-23 años (el EZLN de 1994
a 1998) y su incapacidad para escaparse de su sectarismo de corte
anarco-indigenista que no estaba contemplado en su primeras
Declaraciones de la Selva Lacandona. Todavía en la Quinta
Declaración de la Selva Lacandona (1998) el EZLN decía: Los
zapatistas hemos tendido un puente con otras organizaciones sociales
y políticas, y con miles de personas sin partido, de todas hemos
recibido respeto y a todas hemos correspondido. Este discurso cambió
radicalmente en la Sexta Declaración. Ésta ya fue no sólo un
deslinde de los partidos políticos (de todos, sin excepción) sino
también un enfrentamiento con ellos, especialmente con el PRD y su
candidato presidencial de 2005-2006. Y así se dijo en la Sexta:
“invitamos a las organizaciones políticas y sociales de izquierda
que no tengan registro, y a las personas que se reivindiquen de
izquierda que no pertenezcan a los partidos políticos con registro,
a reunirnos en tiempo, lugar y modo que les propondremos en su
oportunidad, para organizar una campaña nacional, visitando todos
los rincones posibles de nuestra patria, para escuchar y organizar la
palabra de nuestro pueblo. Entonces es como una campaña, pero muy
otra porque no es electoral.” (Las cursivas son mías). Con esa
Sexta Declaración comenzó, más claramente que antes, el
antipartidismo del EZLN y su aislamiento de otras fuerzas también
antineoliberales que estaban marcadas por el pecado de tener registro
como partidos políticos. Ese aislamiento, vale la pena recordarlo,
derivó en una confrontación específica contra López Obrador.
Marcos, en su última intervención en el coloquio en honor a Andrés
Aubry (2006), se refirió a los seguidores de López Obrador como
“las filas [de] las modernas ‘camisas pardas’ del
lopezobradorismo”, es decir éste como nazismo, sin eufemismos (¿Y
quiénes eran, en los delirios de Marcos, los judíos y los cristales
rotos de sus tiendas víctimas del lopezobradorismo?)
http://www.jornada.unam.mx/2018/01/04/opinion/011a1pol
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